jueves, 14 de febrero de 2013

Un analfabeta funcional


El anterior año, finalizando el mes de noviembre, tuve la oportunidad de charlar y casi discutir con dos personajes que mencionaré a continuación: El primero, un abogado con gran trayectoria profesional, especialista en varios temas y un doctorado a cuestas; el señor, con una jerga que denota mucha cultura, pausada y prudente, se dirigía hacia sus oyentes muy seguro de sus argumentos y completamente convencido de sus opiniones. En segundo lugar, la señora de turismo, no menos importante, hermana del primero, de quien poco se conoce su formación educativa. Muy amables los dos, charlaban conmigo sobre el futuro de la academia o al menos hacia a donde van las nuevas generaciones. En un momento de inflexión, el tema de conversación saltó a la religión y el origen de nuestras creencias, a lo que decidí terminar de insistir después de escuchar la respuesta a esta pregunta:

­       ¿Si hubiese nacido en el medio oriente, Asia o África (Continentes en su mayoría no católicos), que religión sería usted?

A lo que los dos respondieron:

­       Católicos, evidentemente.

Cabe mencionar que no encuentro lógica en dicha respuesta.

Por otro lado, también he tenido la oportunidad compartir momentos con personas cuyo discurso refleja un desconocimiento e indiferencia total o parcial por los conflictos sociales en los que vivimos, la desigualdad, la falta de libertad, el consumismo, las estigmatizaciones, las muertes, las injusticias y demás sucesos que ya son parte del diario vivir y que muy pocos les presta atención. Al parecer, el discurso de Jaime Garzón es completamente correcto al decir que “nosotros bajamos el vidrio y tiramos el papel, porque, como esto no es mío” o “primero yo, segundo yo, tercero yo y el resto jódase”. Tal vez, esa falta de interés por nuestro alrededor sea el resultado del insatisfactorio sistema educativo, pero esa es una discusión para desarrollar en otro momento.

Por último, he observado como llega a nuestros hogares la información mediante los canales nacionales no independientes, los programas que exhiben y la transformación que estos causan a sus televidentes. Motivo por el cual no es raro encontrar a una pareja en la calle (hombre con hombre, mujer con mujer, mujer y hombre, del mismo modo y a la inversa) y escuchar debatir sobre el ganador de un reality, quienes se casaron en la telenovela de las ocho y quienes se divorciaron en la telenovela de las nueve y la que no ha dejado de ser la máxima, escuchar a “alguien” debatir un acontecimiento histórico basándose en un capítulo de telenovela (si no estoy mal, dicha telenovela era La Pola, transmitida por el canal RCN).

Estos tres ejemplos de personajes tienen, claramente, algo en común y es que además de ignorar muchas cosas y que tampoco hacen nada para evitarlo, no admiten un paradigma diferente al que viven diariamente y frente a eso, considero que vale la pena hacer un cambio, como aceptar otro punto de vista por ejemplo. 

Opino que hay muchos eventos en el mundo y, sobre todo, en el país que merecen más protagonismo que el diezmo a una iglesia, el egoísmo social o un simple programa de televisión con final predecible.

@Sebastiamos

2 comentarios:

  1. En el mundo moderno, excesivamente moderno, la defensa a ultranza de la primera persona resuena en todas partes del mundo...si se despegaran de los complejos, los miedos y los prejuicios echarían la mirada de otra manera...ya pueden tener 30 doctorados y seguir mirando hacia el mismo muro...amén.

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  2. Si es verdad, la gente vive, discute y se apropia de los problemas que tienen los protagonistas de una novela y no de los reales que los rodean. Lastimosamente novelas hay para todos los gustos pero programas culturales (buenos), no hay de donde escoger!!

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