domingo, 14 de julio de 2013

La versión oficial

Hace un poco más de un mes, la zona del Catatumbo esta envuelta en protestas campesinas, intervenciones gubernamentales para disminuir la fuerza de los lugareños y múltiples versiones sobre la realidad de los sucesos que motivaron las huelgas. Por versiones que se encuentran en la red, la televisión y la radio, se puede realizar un análisis rápido del suceso, pero, naturalmente, existe un “pero” en dicho análisis.

Para iniciar, se sabe que en el lugar hay presencia de cultivos ilícitos y que, por lo tanto, el gobierno está tratando de controlar su proliferación; acción que se ve muy complicada porque, al parecer, en la zona no hay “fuerza pública”. Así, en el afán de disminuir los productos de estos cultivos ilícitos, el gobierno procura fumigar, muy posiblemente, con “Glifosato” (Monsanto cambió el nombre a “Roundup” por motivos evidentemente comerciales) los terrenos donde, presumiblemente, “únicamente” hay cultivos ilegales. Desde el punto de vista químico, también se sabe que es imposible que el agente activo del compuesto a fumigar, afecte, mate, debilite o anule, única y exclusivamente a tales cultivos ilícitos; en otras palabras, lo que se fumiga con estos compuestos tiende a desaparecer (cualquier tipo de cultivo).

En versiones de la prensa nacional se habla de 20000 hectáreas, (20%) del área total del Catatumbo. Cabe recordar que el efecto de las fumigaciones se multiplica cuando hace efecto la escorrentía o un simple fenómeno eólico, por lo tanto, estas fumigaciones también pueden interferir en el desarrollo de otros productos agrícolas.

Así, esta estrategia gubernamental fue, entonces, el detonante de las protestas campesinas. Ahora, con este precedente, vale la pena tener presente las versiones “oficiales” de las diferentes instituciones presentes en este territorio.

Por ejemplo, con las protestas campesinas, se hizo presente la “fuerza pública”, pero no la verde, sino la negra, el ESMAD, y con varios días de enfrentamientos entre acorazados y “enruanados”, salieron a la luz los primeros testimonios. Naturalmente, inicia la entidad asociada al gobierno, diciendo que los campesinos estaban armados y que los agentes del orden público respondieron al ataque; acto seguido, se defienden los campesinos con un comunicado presentado por su vocero, argumentando que han sido blanco de disparos y de excesos por parte de la “fuerza pública”. Es aquí donde se encuentra una clásica disputa de versiones ¿A quien se le cree?

Hay que reconocer un punto a favor para los entes de desinformación gubernamentales, y es que desde hace mucho tiempo es conocida la presencia de grupos armados ilegales en la zona y que, presumiblemente, existen intereses específicos de algunos de estos grupos armados que van más allá de las fronteras colombianas y que no sobrepasan las cubanas.

Hay versiones “oficiales” que los escépticos procurarán refutar o fortalecer, en procura de hacer un bien al orden público y la sana información de la sociedad. Pero existe un “pero” para las versiones “oficiales” que son asumidas como verdaderas y que son extraídas de los medios de desinformación, esas versiones no son sometidas a investigación o a la mínima duda, porque, al parecer, gozan de inmunidad según el interlocutor que ofrezca dicha versión. Dicho en otras palabras, ¿Adivinen a quien se le cree más, a un expresidente o a un periodista independiente?


Notícula: Hace unos días, un canal de televisión dio a conocer un audio (de muy mala calidad) en el cual se reconocía a la exsenadora Piedad Córdoba, supuestamente, estimulando arengas a favor del grupo guerrillero de las FARC. Horas después de esta irresponsabilidad por parte del canal, se conoció el audio con nitidez inigualable. El canal, hasta ahora, no ha presentado disculpas a sus televidentes.