jueves, 6 de abril de 2017

A voluntad del clima?

Entre la noche del 31 de marzo y la madrugada del 1 de abril, se confabuló (entre las fuerzas de la naturaleza) una tragedia que para la entidad administrativa, a pesar de las advertencias y estudios antes realizados, era posible pronosticar. Sin embargo, ocasionó hasta la fecha 3 centenares de fallecidos. De igual manera y casi en el mismo fenómeno climático, hace un mes, en Perú, inundaciones sin precedentes, afectaron cerca de 70 mil personas. Bajo el lodo y demás materiales propios de una avalancha, sucumben pensamientos que nunca más podremos escuchar.

Los fenómenos climáticos son azarosos y además poderosos, así lo han demostrado en varios países. No se puede predecir con exactitud un evento climático (hasta ahora), pero sí es posible prevenir sus efectos e intentar direccionar sus consecuencias. Hoy contamos con las herramientas para crear mapas de riesgo y sistemas de información geográfica, que modelen el comportamiento de dichos fenómenos.

Registrar durante cientos de años los fenómenos climáticos característicos de esta zona del globo terráqueo, ha permitido aprender de los eventos naturales extremos. De esta manera, es posible adelantarse a dichos fenómenos. En ese orden de ideas, hoy existen herramientas, métodos, metodologías, para evitar trágicos desenlaces como el de Mocoa y Perú.

Con lo anterior, es posible manifestar que Mocoa y Perú, tuvieron las herramientas administrativas, logísticas y políticas para evitar las tragedias evidenciadas. Estos trágicos eventos, son responsabilidad de un órgano administrativo excluyente y egoísta. Sus alcances pueden llegar a cobrar muchas vidas más, en el evento que persista la ignorancia, negación y corrupción.

Este pequeño pensamiento, está dedicado a las personas que permanecen en la fuerza universal de nuestros recuerdos, independientemente de su religión, raza, nacionalidad o partido político. Manifiesto mi profunda preocupación por las víctimas de una fallida planeación, de una organización territorial equívoca, de una gestión del riesgo inverosímil y de una voluntad política efímera.

Deseo, escribiendo esta humilde opinión, generar un espacio de reflexión, no solo de quienes observan y viven el fenómeno, sino también de quienes tienen el poder y las herramientas para cambiar el futuro de los implicados y menos favorecidos.