martes, 10 de diciembre de 2013

El comunismo ateo del procurador

Karl Marx en su postulado de “Crítica de la filosofía del derecho de Hegel”, sostiene que el hombre hace a la religión, la religión no hace al hombre y finaliza creando la famosa frase, “La religión es el opio del pueblo”. Como bien se sabe, Marx, creó un sistema económico que aparentemente no es viable (para algunos) y que en teoría es sostenible (aun existen ejemplos). Aunque personalmente, considero que, eventualmente, dicho sistema sucumbe ante una sociedad en crecimiento y con tendencias globalizadas en crecimiento. Ahora bien, el comunismo ha sido estigmatizado como un sistema “ateo” por diferentes fuentes de opinión religiosa, y que coincidencialmente, fomentan un estilo de vida basado en el consumo; no hay que leer extensas páginas para dilucidar que estamos consumiendo más de lo que “tenemos”. Como ejemplo, me saltaré al estado del Vaticano; con gobierno autónomo en la mitad de Roma, su área total no supera los 0,5 Km2, aproximadamente 1200 millones de seguidores (imagino que algunos son afiliados y otros pocos socios), lujosos palacios, lo último en tecnología, lo último en sotanas y se rumora que hasta financian la creación de artefactos militares; es un ejemplo claro de acumulación de riquezas y alguno que otro poder donde tenga cabida cierta decisión papal.

En nuestro tiempo y en nuestro territorio, las diferencias con respecto a las riquezas, su procedencia y su destino, crearon 2 caras de la moneda, azul y roja. Conservadores y liberales. Rojo para indicar estado de sitio; azul, de origen en el partido conservador británico.

Como ya se mencionó la postura de Marx frente a la religión y su idea sobre la distribución de riquezas, es fácil inferir que el color rojo sea, para el color azul, más que una amenaza a sus “teneres”, una afrenta a la deidad que idolatra el partido.

Aunque las nuevas tendencias políticas han sido prolíficas en cuestión de colores, en el espectro político general, las ideologías tienen un claro nacimiento y horizonte.

Pues bien, hemos mencionado estos aconteceres para suponer un miedo que generaliza a la mayoría de la comunidad azul. Abiertamente, ese miedo se traduce en persecución política, evento que Colombia y con mayor ahínco, la capital, fue testigo el día de ayer con la destitución de su alcalde mayor, Gustavo Petro. Pero suponer que un juego de colores es razón suficiente para destituir e inhabilitar a un funcionario elegido por voto popular, es un pensamiento superfluo. Por eso, es necesario mencionar la ideología politico-ideológica de quien destituyó al funcionario público. Considerado, por algunos, como miembro de la ultra derecha y abogado de profesión, Alejandro Ordoñez, procurador general de la república, es uno de los funcionarios menos queridos, hoy en día, en Santa fe de Bogotá. Su postura política es clara ante su discurso y su criterio profesional, notablemente, claudica antes sus creencias religiosas. Monseñor, como le dicen quienes lo idolatran, procura escuchar la misa de los domingos en latín, tiene una biblia en su despacho y menciona a dios cuantas veces puede. Está manifiesto que para el abogado no existe estado laico alguno. Para finalizar, Daniel Coronell, en una de sus columnas dio a conocer la postura que Ordoñez mantuvo en su tesis de pregrado, dichos escritos se resumen en su dedicatoria:

A nuestra señora la Virgen María, madre de Dios y madre nuestra, corredentora del linaje humano, medianera de todas las gracias, suplicándole la restauración del orden cristiano y el aplastamiento del comunismo ateo, para que brille por doquier la fe católica pues sin ella no hay esperanza para las sociedades y para los hombres”.

Y en el cuerpo del texto:

La pretensión liberal-comunista de que no existe vinculo alguno entre el hombre o el estado y Dios, creador y legislador supremo, es totalmente contraria a la naturaleza. Como lo es la creencia de que sea lícito en la vida política apartarse de los preceptos divinos y legislar sin contar con EL

Ahora, después de tan goda destitución, vale la pena preguntarse si este personaje, el de la aureola y corbata azul, está facultado, al menos éticamente, para ejercer el cargo de tan elevada responsabilidad.

Fuente: 
CORONELL, Daniel, 5 de octubre del 2013. La tesis degrada http://www.semana.com/opinion/articulo/la-tesis-degrada-columna-daniel-coronell/359854-3