Karl
Marx en su postulado de “Crítica de
la filosofía del derecho de Hegel”, sostiene que el hombre hace a la religión,
la religión no hace al hombre y finaliza creando la famosa frase, “La
religión es el opio del pueblo”. Como bien se sabe, Marx, creó un sistema
económico que aparentemente no es viable (para algunos) y que en teoría es
sostenible (aun existen ejemplos). Aunque personalmente, considero que,
eventualmente, dicho sistema sucumbe ante una sociedad en crecimiento y con
tendencias globalizadas en crecimiento. Ahora bien, el comunismo ha sido
estigmatizado como un sistema “ateo” por diferentes fuentes de opinión
religiosa, y que coincidencialmente, fomentan un estilo de vida basado en el
consumo; no hay que leer extensas páginas para dilucidar que estamos
consumiendo más de lo que “tenemos”. Como ejemplo, me saltaré al estado del
Vaticano; con gobierno autónomo en la mitad de Roma, su área total no supera
los 0,5 Km2, aproximadamente 1200 millones de seguidores (imagino
que algunos son afiliados y otros pocos socios), lujosos palacios, lo último en
tecnología, lo último en sotanas y se rumora que hasta financian la creación de
artefactos militares; es un ejemplo claro de acumulación de riquezas y alguno
que otro poder donde tenga cabida cierta decisión papal.
En nuestro tiempo y en
nuestro territorio, las diferencias con respecto a las riquezas, su procedencia
y su destino, crearon 2 caras de la moneda, azul y roja. Conservadores y
liberales. Rojo para indicar estado de sitio; azul, de origen en el partido
conservador británico.
Como
ya se mencionó la postura de Marx frente a la religión y su idea sobre la
distribución de riquezas, es fácil inferir que el color rojo sea, para el color
azul, más que una amenaza a sus “teneres”, una afrenta a la deidad que idolatra
el partido.
Aunque
las nuevas tendencias políticas han sido prolíficas en cuestión de colores, en
el espectro político general, las ideologías tienen un claro nacimiento y
horizonte.
Pues
bien, hemos mencionado estos aconteceres para suponer un miedo que generaliza a
la mayoría de la comunidad azul. Abiertamente, ese miedo se traduce en
persecución política, evento que Colombia y con mayor ahínco, la capital, fue
testigo el día de ayer con la destitución de su alcalde mayor, Gustavo Petro.
Pero suponer que un juego de colores es razón suficiente para destituir e
inhabilitar a un funcionario elegido por voto popular, es un pensamiento
superfluo. Por eso, es necesario mencionar la ideología politico-ideológica de
quien destituyó al funcionario público. Considerado, por algunos, como miembro
de la ultra derecha y abogado de profesión, Alejandro Ordoñez, procurador
general de la república, es uno de los funcionarios menos queridos, hoy en día,
en Santa fe de Bogotá. Su postura política es clara ante su discurso y su
criterio profesional, notablemente, claudica antes sus creencias religiosas. Monseñor,
como le dicen quienes lo idolatran, procura escuchar la misa de los domingos en
latín, tiene una biblia en su despacho y menciona a dios cuantas veces puede.
Está manifiesto que para el abogado no existe estado laico alguno. Para
finalizar, Daniel Coronell, en una de sus columnas dio a conocer la postura que
Ordoñez mantuvo en su tesis de pregrado, dichos escritos se resumen en su
dedicatoria:
“A nuestra
señora la Virgen María, madre de Dios y madre nuestra, corredentora del linaje
humano, medianera de todas las gracias, suplicándole la restauración del orden
cristiano y el aplastamiento del comunismo ateo, para que brille por doquier la
fe católica pues sin ella no hay esperanza para las sociedades y para los
hombres”.
Y
en el cuerpo del texto:
“La pretensión
liberal-comunista de que no existe vinculo alguno entre el hombre o el estado y
Dios, creador y legislador supremo, es totalmente contraria a la naturaleza.
Como lo es la creencia de que sea lícito en la vida política apartarse de los
preceptos divinos y legislar sin contar con EL”
Ahora,
después de tan goda destitución, vale la pena preguntarse si este personaje, el
de la aureola y corbata azul, está facultado, al menos éticamente, para ejercer
el cargo de tan elevada responsabilidad.
Fuente:
CORONELL, Daniel, 5 de octubre del 2013. La tesis degrada http://www.semana.com/opinion/articulo/la-tesis-degrada-columna-daniel-coronell/359854-3