martes, 12 de junio de 2012

In secula seculorum...


  
Este fin de semana fue particularmente inigualable, pero la intensión no fue buena. En primer lugar a primeras horas de la madrugada del sábado 9 de junio, Colombia perdió a un periodista que hace recordar la perspicacia de Jaime Garzón, se trata del fallecimiento de Camilo Duran Casas. Quienes tuvimos la oportunidad de escucharlo, leerlo y verlo en los diferentes medios en los que trabajaba, nos encontrábamos con la brillantez y elocuencia que le imprimía a su trabajo, su porte inyectaba un ambiente de seriedad que podía hacer desaparecer en un abrir y cerrar de ojos ayudado de su agudo humor e intervenciones picantes como un buen ají hogareño. Es enormemente lamentable su partida y sin lugar a dudas, aunque suene un atrevimiento, me animo a decir que la mesa de trabajo de Arismendi quedo sin una pata y para remplazarla necesitará de una muy buena y variada baraja.

También y de una manera más personal, lamento el deceso de Daniel Eduardo Mora Gomez, quien falleció en la madrugada del lunes 11 de junio. El acontecimiento dio lugar en la vía Pasto – Popayán, en el municipio de Rosas. Daniel, amigo personal y entrañable compañero de vida, sufrió un accidente automovilístico, en el cual él viajaba como pasajero. Como amigo diré que Daniel fue el motivo por el cual nos reuníamos alrededor de su familia, el motivo por el cual jugábamos, reíamos, brindábamos y permanecíamos juntos a pesar de las distancias y de las dificultades de cada uno. Es imposible hablar hoy de Daniel y no recordar y mencionar un espacio vacío. Quiero manifestar que me invade una tristeza descomunal y que estoy seguro que mi acompañamiento en este suceso no va a devolver ni a Daniel ni a Camilo, pero tengo la convicción de mi ofrecimiento sincero de solidaridad con las familias.

Por otra parte, me fue imposible no tomar nota o al menos darme cuenta del dolor que presencié, el dolor intenso de una partida, de un tiquete de ida, de un hasta nunca. El dolor es innegable en cada hogar que vive esa pena, sus familias contaban con su presencia en el comedor de la casa, en el sofá de la sala, en el “estar” junto a la ventana. A la par del sufrimiento familiar nacen sentimientos encontrados, preguntas repentinas y sin respuesta. Es entonces cuando las preguntas más simples se tornan complejas y hasta perturbadoras. Muy seguramente entre las que nos formulamos pueden estar: ¿Por qué ellos? ¿Por qué los que han estado más cerca de nosotros? ¿Por qué ahora?... entre otras. Estas preguntas parecen dirigidas a alguien. Alguien que la humanidad no conoce y no comprende, pero que la humanidad misma, justifica su proceder y que además, asegura que ese alguien tiene perfil humano. Parece momento entonces de preguntarnos si ese alguien está jugando a los dados con los mortales, si nuestra vida esta escrita en un cuaderno, en un libreto o si las decisiones que tomamos son la simple muestra de nuestro libre albedrío y personalidad.

Hay miles de personas que hoy no están, que nunca hicieron mal a nadie, que lo único que hicieron fue estar aquí, al lado nuestro, pero que por motivos del azar no debieron estar allí. Hoy las extrañamos y evidentemente, personalmente considero que, no están en un lugar mejor, porque su lugar era estar acá, probando sabores, oliendo fragancias, observando colores y fabricando sentimientos, aquí, en vida.


@Sebastiamos

1 comentario:

  1. Yo conocí a Daniel y el vacío que ha dejado para algunos resulta insostenible...me compro unos euros la última vez y me dijo que seriamos buenos socios si montaramos una empresa...siempre con sus ideas, un gran negociante y amigo...aqui es donde el azar llega con hachas de fuego a cortar por doquier...aún conservo las monedas que tenía para él en mi próxima visita a Colombia, en cada país que recorría, guardaba una para él...ahora serán para Andrea...

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